domingo, 27 de septiembre de 2015

LAS BONDADES DEL AJEDREZ PARA NIÑ@S CON TDAH.

LA PRÁCTICA DEL AJEDREZ, mejora el comportamiento, ayuda a mostrar tolerancia ante la frustración, desarrolla la memoria y el cálculo, fortalece el carácter... A nadie se le escapa los beneficios que aporta a los menores jugar al ajedrez. 

De hecho, en breve se convertirá en una asignatura en todos los colegios de España. 
Ahora un estudio pionero, publicado en la «Revista de Psiquiatría y Salud Mental», sostiene que también puede mejorar los síntomas del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) en niños y adolescentes. «Por primera vez, hemos demostrado que el ajedrez es una herramienta más que puede integrarse en el tratamiento del TDAH siempre que al niño le guste y esté motivado a jugar», explica Hilario Blasco-Fontecilla, uno de las autores de esta investigación y psiquiatra de la Infancia y Adolescencia en el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid.
El estudio Jaque Mate al TDAH») se realizó con 44 niños de 6 a 17 años que asistieron a un programa piloto en 2012, llevado a cabo en el Centro de Salud Mental de Villalba (Madrid). Se trataba de sesiones semanales de ajedrez de una hora de duración durante once semanas consecutivas, impartidas por un experto. Además, se aconsejó a los menores que también practicaran regularmente en casa.
Tras este periodo, «la mayoría de los padres refirió cierta mejoría de la severidad del TDAH en sus hijos y casi la mitad percibieron una disminución de la severidad del 30%», afirma el doctor Blasco-Fontecilla.
Consciente de la necesidad de realizar un estudio más amplio para confirmar estos resultados, el psiquiatra plantea introducir el juego del ajedrez como terapia complementaria dentro del tratamiento de TDAH. Sus ventajas: es económico, no tiene efectos secundarios y es juego, algo esencial para el desarrollo social de los niños.
Lo más trascendental es que este centenario juego ha demostrado que en menores con TDAH «mejora su comportamiento general y su atención; logra que controlen mejor su impulsividad e incluso su postura corporal, sentándose adecuadamente; hace que atiendan las órdenes a la primera y desarrolla el hábito de estudio. Los niños que han continuado jugando al ajedrez de forma regular y estableciendo cierto hábito evolucionan de forma muy positiva: tienen incluso menos medicación y mejores resultados académicos», afirma el investigador. El psiquiatra recuerda que este juego centenario ya ha demostrado sus bondades en personas que sufren esquizofrenia y alteraciones secundarias por consumo de drogas, y en la prevención de la demencia.
La clave está en cuándo y cómo se introduce el ajedrez en la vida de una persona diagnosticada de TDAH, explica Blasco-Fontecilla. «En un niño —dice— que no está adecuadamente tratado, el ajedrez no va a tener éxito, porque el niño se frustrará. Sin embargo, en un menor que está razonablemente estabilizado, este juego puede resultar una herramienta de rehabilitación muy positiva».
Las bondades del ajedrez para los niños con TDAH

ERNESTO AGUDO


Más de mil colegios en España ya ofrecen ajedrez como asignatura o extraescolar.


«Ha ganado en comportamiento social»


Como le ha ocurrido a Gonzalo, un adolescente de 17 años que fue diagnosticado de TDAH con doce. «En 1º de la ESO comenzamos la medicación y las sesiones de ajedrez», cuenta su madre Mª de los Ángeles. «Dos sesiones a la semana de una hora cada una. Tras estos cinco años, es capaz de estar sentado. Antes movía la pierna, pero ya ha aprendido a controlarse y a vivir con ello. Ha ganado en comportamiento social y en disciplina. En el fútbol si se enfadan, dan una patada al balón. Pero en el ajedrez no pueden levantarse de la mesa ni tirar las fichas. Socialmente ha aprendido a comportarse, y aunque parezca un juego silencioso, también hace amigos», sonríe esta madre.
Después del verano, Gonzalo cursará 2º de Bachiller. «Quiere seguir estudiando y hacer una carrera y lo conseguirá», se enorgullece Mª de los Ángeles. En su rendimiento académico también ha influido este tablero centenario. «Se concentra mejor —reconoce su madre—, ha sido un juego genial para mejorar en matemáticas, ahora memoriza mucho mejor con la vista... Y le tranquiliza mucho. Él asiste a las sesiones de ajedrez a ultima hora de la tarde, cuando ya está cansado y agobiado por estudiar. Cuando regresa a casa se siente más sereno y se sabe controlar».

Los Beneficios:

Los bebés prematuros tienen más riesgo de TDAH.


Los bebés prematuros tienen más probabilidades de desarrollar un trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y este riesgo también es mayor en aquellos que nacen un mes antes de que se complete la gestación, según un trabajo de la Universidad de Turku (Finlandia) publicado en la revista Pediatrics.

Los resultados revelan que el riesgo también se incrementa entre los prematuros tardíos (34-36 semanas) y los que nacen cuando comienza el noveno mes de gestación. Los investigadores utilizaron tres registros de salud de Finlandia para identificar un total de 10.321 niños diagnosticados con TDAH que habían nacido entre 1991 y 2005. Los investigadores compararon a cada niño con TDAH con cuatro niños sin este trastorno pero del mismo sexo, edad y lugar de nacimiento.

Los registros incluían datos sobre la edad gestacional al nacer, que se calculó utilizando la última menstruación de la madre y la ecografía que se realiza en el primer trimestre de embarazo.

El estudio muestra que la edad, el consumo de tabaco u otras sustancias durante el embarazo, ser madre primeriza, el estado civil y la edad del padre condicionaron la edad gestacional, el peso al nacer y el riesgo de desarrollar TDAH. Asimismo, al comparar la mayor probabilidad de este trastorno y la edad gestacional, vieron que el riesgo era cada vez mayor a medida que el bebé nacía antes de cumplir las 40 semanas de gestación.

Así, los bebés que nacían tras 25 semanas de gestación eran cinco veces más propensos (un riesgo 500 por ciento mayor) de sufrir TDAH con respecto a los nacidos a las 40 semanas, mientras que entre los que nacían en la semana 38, el riesgo también existía pero era solo un 12 por ciento mayor.

Del mismo modo, se vio que el peso al nacer también se asoció a un mayor o menor riesgo de TDAH, aunque los autores reconocen que esto no es sorprendente dado que estudios previos ya habían apuntado a esta relación.

Conclusión: 

Con lo que se puede concluir la relación directa entre la Prematuridad y el Bajo peso al nacer, con una probabilidad alta en el riesgo de padecer TDAH, esto unido a las altas tasas de embarazos múltiples mediante técnicas de reproducción asistida donde España es Pionera a nivel internacional en técnicas y procedimientos,así como en legislación y normativa aplicada a éstas, hace que el riesgo de prematuridad y bajo peso al nacer sea un factor a tener en cuenta sobretodo en primíparas añejas (mujeres embarazadas de primer embarazo de entorno a 40 años).

A las 25 semanas de gestación la probabilidad es cinco veces superior de padecer TDAH.


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sábado, 5 de septiembre de 2015



LAS 4 FUNCIONES EJECUTIVAS AFECTADAS EN EL TDAH

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El Trastorno por Déficit de Atención/Hiperactividad (TDAH) ha sido históricamente un trastorno muy complejo y controvertido. A la falta de un marcador biológico claro, se le une una falta de fiabilidad en los protocolos de evaluación (y por tanto de los criterios diagnósticos) y un crisol de síntomas que empapan casi todas las áreas de la vida del niño. Si además tenemos en cuenta su alta prevalencia (5% de la población infantil según el DSM-V), los esfuerzos por alcanzar una base teórica consistente están más que justificados.
En este sentido, el modelo de las funciones ejecutivas de Russell Barkley (1997) cambia totalmente el enfoque del TDAH y se desvía de los 3 síntomas clásicos (inatención, hiperactividad e impulsividad) para identificar en un mal funcionamiento de la corteza prefrontal la causa de lo que el autor denomina “déficit en la inhibición conductual”.
¿QUÉ ES LA INHIBICIÓN CONDUCTUAL?

La inhibición conductual es definida por Barkley como la capacidad del niño para frenar las respuestas motoras y emocionales que se producen inmediatamente después de la presentación de un estímulo para sustituirlas por otras más adecuadas. En definitiva, el niño debe inhibir por un lado la ejecución de la respuesta impulsiva y evitar por otro los estímulos internos o externos que puedan interferir en dicho proceso (Orjales, 2000). En el espacio de tiempo que existe entre la inhibición de la primera respuesta y la segunda, se ponen en marcha las funciones ejecutivas, que ayudan al individuo a resistir distracciones, fijarse nuevas metas y hacer todo lo necesario por alcanzarlas. Las 4 funciones ejecutivas que Barkley considera alteradas en el TDAH son la memoria de trabajo, el habla autodirigida, el control de la motivación, las emociones y el estado de alerta y el proceso de reconstitución.

1. MEMORIA DE TRABAJO


La memoria de trabajo es la que retiene la información para su utilización una vez que el estímulo ya no está presente. La falta de inhibición provoca que no puedan proteger esta información de la distracción, por tanto ésta es mucho más volátil. En consecuencia, el niño con TDAH es menos capaz de aprender por imitación o de utilizar información almacenada en el pasado para resolver problemas presentes. Además, todo aquello relacionado con el tiempo como la organización, la percepción del paso del tiempo, etc. también queda alterado.
Estos problemas se verán reflejados en problemas a la hora de manejar los tiempos de trabajo en la escuela o en casa, en la incapacidad de repetir algo recién aprendido o repetido por la profesora y dificultades en el área de las matemáticas por olvidar el signo, las llevadas o los datos del problema

2. HABLA AUTODIRIGIDA


Las autoverbalizaciones son consideradas una herramienta muy potente para regular el comportamiento de los niños desde que se comprobó la eficacia del Entrenamiento en Autoinstrucciones de Meichenbaum (Meichenbaum y Goodman, 1971). Esta conversación interna permite a los niños guiar su conducta en base a reglas y perseverar de cara a conseguir metas.
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El déficit que poseen los niños con TDAH en esta área no se basa en la inexistencia de este habla autodirigida, más bien el problema es que sus verbalizaciones son de carácter emocional (“qué rollo”, “qué cansado estoy”, “soy incapaz de hacer esto”) en vez de estar dirigidas a la acción (“ahora debo hacer esto”, “debo llevar cuidado para no equivocarme”, “ahora voy a repasar para comprobar que todo está correcto”), además de que suelen ser verbalizaciones externas o en voz alta en vez de encubiertas o en voz baja. Esto provoca que realicen las tareas de una manera impulsiva y poco planificada, que no se autoevalúen durante la ejecución, que no realicen repasos para encontrar errores o que no sepan auto-reforzarse tras un trabajo bien hecho.

3. CONTROL DE LA MOTIVACIÓN, LAS EMOCIONES Y EL ESTADO DE ALERTA.


Identificar y regular las reacciones emocionales facilita la obtención de metas, ya que se podrían bloquear las emociones negativas para el desempeño de la tarea (ira, frustración, aburrimiento) y potenciar las positivas (optimismo, energía, percepción de capacidad). La incapacidad que tienen los niños con TDAH para generar emociones que motiven la acción provoca que dependan en gran medida de reforzadores extrínsecos e inmediatos que les ayuden a perseverar en su objetivo.
Un déficit de esta función provoca explosiones emocionales en el niño, además de una baja tolerancia a la frustración al no saber manejar las emociones negativas. La consecuencia de todo esto pueden ser problemas de conducta asociados a la no aceptación de un “no” o la poca capacidad de perseverar en tareas relacionadas con objetivos a largo plazo (por ejemplo: estudiar para un examen dentro de un mes o comenzar un trabajo que se entrega en dos semanas).

4. PROCESO DE RECONSTITUCIÓN.


Los niños con TDAH tienen muchos problemas a la hora de analizar y dividir las conductas observadas en partes pequeñas para poder recombinarlas y diseñar acciones o soluciones nuevas. Esto hace que no sean capaces de generalizar una estrategia aprendida para otros contextos similares.
Esto tiene impacto en el día a día del niño a la hora de encontrarse con situaciones nuevas en las que tiene que aportar nuevas soluciones, ya sean situaciones sociales, académicas o familiares. En el ámbito académico, por ejemplo, será complicado que el niño aplique conocimientos teóricos instalados en su mente a un ambiente práctico (puede saberse las reglas de ortografía de memoria, pero seguir escribiendo mal).
CONCLUSIÓN

El enfoque multidisciplinar es el recomendado por las guías clínicas para manejar el TDAH de una manera más efectiva. La combinación de tratamiento farmacológico, psicológico y psicopedagógico es la herramienta clásica para intervenir los síntomas del trastorno, unido al entrenamiento parental para manejar problemas de conducta en el hogar. Sin embargo, los nuevos hallazgos ponen sobre la mesa la necesidad de incluir una nueva intervención como es la neuropsicológica, también aplicada a la educación, Neuroeducación, . Lo que parece claro es que no nos podemos quedar únicamente en resolver aquellos problemas “visibles” que tiene el niño, sino que debemos aprovechar la plasticidad del cerebro infantil para mejorar las funciones de la corteza prefrontal para que, consecuentemente, se reduzcan los problemas del resto de áreas. Debemos de ser conscientes que las nuevas evidencias científicas y descubrimientos acerca de las ventajas que ofrecen las técnicas como neurofeedback o biofeedback, o el entrenamiento en gestión de las emociones, así como en atención y concentración plena mediante técnicas como el mindfullness, así como los avances en el campo de la investigación de la nutrición aplicada, a este trastorno concreto hace que debamos tener una visión interdisciplinar en la planificacion de una intervención global e integral, en todos los planos y contextos de influencia del TDAH.
BIBLIOGRAFÍA

American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders. DSM-V. Washington, D.C.: American Psychiatric Association.
Barkley, R.A. (1997). ADHD and The Nature of Self-Control. New York: Guildford Press.
Mora, F (2013). Neuroeducacion. Alianza Editorial.
Orjales, I. (2000). Déficit de atención e hiperactividad: el modelo híbrido de las funciones ejecutivas de Barkley. Revista Complutense de Educación, 11(1), 71-84.